Peugeot-Mosa Sevilla no es lugar para mujeres

Entrevista. Javier Blanco Aguilar / Enrique Martín Criado, miembros de ABP


Entrevista realizada por: Javier Blanco Aguilar a Anabel, Una trabajadora que denuncia a la Concesionaria de coches Mosa – Sevilla, filial de Peugeot, por discriminación sexista. Sevilla, 2013

 

Anabel entró a trabajar en Peugeot-Mosa en 2003. Contratada primero de telefonista y luego de auxiliar administrativa, fue asumiendo cada vez más tareas requeridas por los directivos, a sabiendas que muchas trascendían de sus responsabilidades como auxiliar administrativa, sin equiparación de la categoría laboral ni compensación económica alguna. Durante años se le asignó la responsabilidad de asumir, entre otras,  buena parte de las tareas que realiza un jefe de ventas – su nombre figuró durante mucho tiempo como jefa de ventas en la Intranet – o un comercial, sin equiparación de la categoría laboral ni compensación salarial.

‘Entonces yo asumo muchas más funciones de las que le hubiera correspondido, digamos, a un auxiliar… Aunque en principio a mí me contratan para ayudar a mi compañero, mi compañero se tiene que buscar la vida y yo asumo gran parte de lo que en otras concesiones hace un jefe de ventas…siempre con el mismo sueldo y siempre con la misma categoría laboral.’

‘También durante ese tiempo me obligan a firmar las documentaciones de los operadores de renting y mi firma va estampada debajo de Hispanomoción S.A., por poderes. Aunque yo no tengo poderes, yo no soy apoderado de la empresa’.

‘Se jubila el preparador de Vehículos Nuevos. Entonces, como resulta que yo allí voy cogiendo trabajo de todo el que se va, tenga que ver con mi departamento o no, me dicen que yo a partir de ahora tengo que coordinar la preparación de coches’.

‘Bueno ¿y qué pasa con mi sueldo y mi categoría laboral?: No; ¿Ah, no? (…) No, no; esto es lo que hay y además no protestes… Siempre es lo mismo. Siempre que yo reivindico es la misma argumentación: es que vale muy poco dinero echarte’.

‘En una ocasión los comerciales, que están entregando los coches de renting, dicen que como la empresa no les paga, se niegan y hacen un plante. Y entonces me llama a su despacho el tío este y me dice que a partir de ahora lo voy a hacer yo porque los comerciales se han negado. Digo ¿cómo?: yo no soy comercial, soy administrativa. ¿Me vais a pagar? No, no te vamos a pagar, pero como ellos no quieren hacerlo, lo tienes que hacer tú y punto. Y me ponen a entregar coches. Y digo, es que yo no sé; al menos, darme una formación porque yo no… Bueno, pues si algún cliente pregunta y se pone con dudas técnicas o lo que sea tú llamas al compañero de servicio rápido que venga y que te ayude. Así, y me tiro más de un año y medio realizando esa tarea con el mismo salario’.

Durante esos años, Anabel ve que la situación de las trabajadoras no es nada halagüeña.

‘La automoción es un sector que está muy masculinizado. Por supuesto, no hay ninguna jefa, eso ni soñarlo, y la mujer en general, ocupan… hay una salonista, una telefonista, una recepcionista, ocupan puestos que no son de responsabilidad. Y todas se quejan siempre de lo mismo: de que están superpostergadas, que no tienen expectativas de futuro. Yo en estos 10 años he visto salir a mis compañeras que estaban conmigo cuando yo entré. Ahora mismo en la empresa sólo quedan tres mujeres. La única mujer que ha conseguido jubilarse en esta empresa desde que existe ha sido una chica de 60 años soltera y sin hijos. Porque allí tener hijos, evidentemente, es un problema’.

‘Siempre que yo reivindico es la misma argumentación: es que vale muy poco dinero echarte. Siempre, siempre es lo mismo. En todo este tiempo yo ya he visto salir a mi compañera Lucía, que trabajaba en el taller llevando los coches de cortesía; a mi compañera Lola que trabajaba de recepcionista, que cuando sale de la empresa, los denuncia y les gana el pleito, por discriminación sexista, porque ella tenía menos categoría laboral que el resto de los recepcionistas. También he visto salir a Patricia que era una chica salonista, una vendedora…’

‘Contratan a una chica a través de una ETT, por supuesto a ella le pagan la ETT mal y poco, y llega un momento que le tienen que hacer fija en plantilla. Como ya la tienen que hacer fija en plantilla,  deciden despedirla’.

Un exdirectivo llega a darle un consejo a Anabel ante sus reivindicaciones de equiparación:

‘Mira, te voy a hablar claro porque te aprecio mucho y creo que eres una persona válida e inteligente que puede estar en un sitio mejor: vete. Vete y busca otro trabajo. O sea, esto me lo dice mi jefe de ventas en ese momento.  Vete, porque aquí lo que hay es lo que hay. Y las circunstancias no van a cambiar para ti, no pienses que para ti va a ser diferente’.

Además de asumir tareas que no le corresponden, no se le reconocen ni le remuneran, Anabel se ve sometida a condiciones que transgreden lo recogido en el convenio o incluso las normas de seguridad.

‘Una cosa importante que yo he peleado allí es que yo aunque era administrativa y mi convenio dictaba un horario, que era salir a las 6 y luego en verano del 15 de junio al 15 de septiembre, era trabajar de 7 a 3, la empresa me obliga a trabajar siempre en jornada partida y no me da nunca el derecho, y  además en horario comercial. Yo hasta el año 2008 en que ya me planto y digo mira, o me dais el mismo horario que los administrativos o yo voy y renuncio. Entonces ya consigo salir a las 6 como los demás administrativos. Pero en verano sigo sin tener derecho a la jornada continua. Y la explicación de la empresa siempre es la misma: es que esto es el departamento comercial y aquí tiene que haber alguien. Pero con mi contrato de auxiliar administrativa. Yo estoy sujeta a un convenio que dice que yo tengo que trabajar en un horario que la empresa nunca cumple’.

‘Por supuesto, todos los compañeros del taller tienen zapatos de seguridad, porque para transitar por el taller la empresa se pone superseria con el tema de la siniestralidad laboral porque les cuesta una pasta en multas (…) Como yo soy la persona encargada de llevar todos los días las matrículas al preparador de Vehículos Nuevos, pues yo transito de forma habitual por el taller en medio de las manchas de aceite, en medio de sepiolita y en lo que hay, sin zapatos. La sepiolita sustituye al serrín, son unas bolitas que si las pisas llegas a Coria, es súper deslizante. Entonces le digo a la empresa, como yo estoy de cara al público, no voy a estar con esos zapatones de seguridad, yo voy ocasionalmente al taller, ponerme un móvil al preparador para que yo le pueda decir, mira para este bastidor esta placa, prepárame este coche para esta gente. Bueno, pues no, la empresa se niega’.

La situación se complica cuando llega un nuevo gerente

‘Yo paso por la puerta del despacho y me llama. Y me dice, ¿tienes un momento? Yo le he tratado de usted, él a mí siempre de tú, porque a los inferiores se les trata de tú. Entonces a todo el mundo le trataba de tú. ¿Tienes un momento? Pasa y siéntate. Que quería saber un poco lo que tú haces, a qué te dedicas y tal… Pues yo soy Ana, tengo 37 años, soy auxiliar administrativo… Bueno y ¿cómo estás en la empresa?, digo, pues hombre, estoy mal, porque… estoy mal; no estoy mal, pero… realmente gano menos dinero que los compañeros hombres y entonces no me siento reconocida por la empresa. Bueno, a ver, tú es que eres una enferma, me dice el tío; palabras literales, ojalá que yo ese día hubiera tenido una grabadora. Pero claro en ese momento yo en la vida me iba a esperar eso. Sí, tú eres una enferma; todos aquí, sois enfermos… ¿perdone…? Sí, porque aquí sois todos unos enfermos, porque venís aquí y contagiáis de la enfermedad que tenéis; aquí tenéis la enfermedad del desánimo. O sea, como culpando a los empleados de la crisis, de que se vendiera menos, del descenso alarmante de las ventas que ha habido… Sí, es que además, tú estás herida, porque como efectivamente eres una persona que estás discriminada, que he visto las nóminas de tus compañeros y la tuya y efectivamente estás discriminada salarialmente, pero que eso son cosas de la vida, me dice el tío. Yo esto no le pido nada, es que no me ha dado tiempo a… Eso son cosas de la vida, que a lo mejor yo veo cosas… puntos suspensivos. Sí, claro, porque yo he visto que cosas en ti… perdóneme, ¿me puede decir de qué me está hablando?, porque como no sé de qué me está hablando no me puedo defender. Hombre, es que si yo te las cuento ya me descubro, oiga ¿pero que me está diciendo usted?, que ya estoy como a 200 por hora, y ya se me va a salir el corazón por la boca. Hombre, ¡es que te vas a tu hora!, ¡que te vas a tu hora!, pues como todos los empleados de esta empresa, yo tengo un horario y me limito a cumplirlo. Hombre, es que… oiga pero, y le digo, que esto es importante, todos los compañeros durante siglos, aquí han estado, horas y horas y horas extras, que por supuesto se les pagaba, las cosas como son, pero a mí nunca se me pagó ni un solo minuto extra de los que he echado aquí en la empresa. Que no fueron muchos, en honor a la verdad. Pero por ejemplo, si en un final de mes había que quedarse una hora más, a los demás compañeros se les pagaba a 15 o no sé si era 17 euros la hora extra y a mí nunca se me pagó. (…) Digo, ¿usted sabe que estoy haciendo un trabajo por el que se ha pagado antes a otros compañeros como es la entrega de vehículos de renting que es un trabajo comercial y a mí no se me está pagando? Y me dice el tío, bueno no te preocupes porque a partir de ahora eso lo va a hacer tu compañero Francisco y a él sí que se lo vamos a pagar. A 15 euros por vehículo entregado. (…) Entonces yo me quedo ya que… me voy de aquí y yo ya, callada, comiéndome las lágrimas.

Entonces el tío me pregunta, qué pasa que te has presentado a las elecciones sindicales, ¿no?, digo, efectivamente, no necesita preguntarlo para saberlo, esto es, como una amenaza encubierta, digo pues sí, soy la suplente por UGT y tal y cual… muy bien, muy bien… Bueno, pues nada. Me dice también que quiere cambiar muchas cosas en la empresa, porque esta empresa no va, él tiene que conseguir que deje de dar pérdidas como sea. Muy bien, vale… Hasta luego’.

‘Eso pasa en abril de 2012.  Yo pensaba que me iba a dar un ataque de histeria y empiezo a llorar, voy por la escalera y voy llorando. Llego abajo y ya mis compañeros, qué te pasa, qué te pasa, qué te ha dicho, y yo no atinaba ni a hablar. Entonces ya viene el comité de empresa en pleno, qué te pasa, qué ha pasado. A los dos minutos está el comité de empresa en el despacho del gerente y tiene el tío la poca vergüenza de decir que lo que ha hecho ha sido felicitarme por mi trabajo. Y le dice el secretario del comité de empresa, pues hombre, no felicite usted a la gente porque si lo que va a provocar un ataque de histeria, lo mejor es que se calle usted y no felicite a nadie más. Total que voy a mi jefe de ventas y le digo lo que me ha pasado. Y me dice, bueno es que es el jefe, el gerente, y puede hacer lo que quiera. Y digo, ah, y a ti ¿te parece bien que me amenace? Digo porque lo que ha hecho es amenazarme, insultarme, tirar por tierra mi trabajo sin conocerme. Bueno, pero es que es el gerente’.

Anabel comienza a plantear cada vez más seriamente que tienen que equiparar su situación laboral a su trabajo real… sin resultado.

‘El jefe de ventas viene a decirme que el gerente quiere que yo coordine las entregas y que tengo que llevar el fichero y que todos los comerciales tienen que venir a mí con las órdenes para tener los accesorios de los vehículos y yo tengo que ir al taller para que me den la orden y que la haga un recepcionista. Y le digo, mira, aquí no paráis de endiñarme trabajo y yo ya estoy harta y yo ya quiero que equiparéis mi categoría laboral, yo no estoy pidiendo un ascenso, es que lo mío es una situación de discriminación y tiene que cesar como sea. Yo diciéndoselo a él para que suba y se lo diga al gerente y dice, es que el gerente no va a querer, y le digo, es que yo gano menos que los demás, mi trabajo no vale menos que el de los demás. Yo aquí trabajo como los demás y me tenéis que pagar como los demás. Además, la diferencia entre mi categoría y la de oficial, que es la que tenían la mayoría de los administrativos allí, son 80 euros netos. Es que me han ratoneado durante 10 años 80 euros.

Total que a los dos meses me contesta y me dice que no; digo ¿cómo que no?, digo, vale, estupendo, ya tomaré las medidas que me parezcan oportunas. Hombre, ten paciencia que a lo mejor… ¿Qué tenga paciencia?, pero es que no, es que ya está bien’.

Anabel se plantea reclamar judicialmente, pero al final no lo hace. Mientras tanto, el nuevo gerente comienza a despedir a los trabajadores que le resultan más caros, en muchos casos condenándolos a quedarse con una mísera jubilación.

‘Total, que ya estoy súper quemada, ya no puedo más, y la gente empieza a sospechar que ya voy a denunciar. Hago alguna consulta al Instituto de la Mujer, pero me derivan a UGT, a la Secretaría de la Mujer. Hablo con el delegado de acción sindical y me dice que necesito haber antes solicitado un ascenso de categoría, al menos por escrito dos veces, para poder proceder judicialmente. Que lo pida verbalmente, que luego lo pida por escrito y luego si la empresa me dice que no, podemos alegar la discriminación sexista, lo que está pasando. (…) Al final no hago ningún escrito. Ahí está mi fallo.  Entonces este tipo empieza a despedir gente… Empiezan a despedir gente, empiezan…gente que además realmente no es… Hay un hecho puntual, porque el tío se dedica al acoso y derribo particular del secretario del comité de empresa. Entonces lo llama a su despacho un día y le dice, hemos decidido que vamos a echar a alguien en comercial. Y yo a quién te quiero echar es a ti, pero como no te puedo echar porque estás protegido por representación sindical, avisa a tu compañero Eduardo que le voy a echar a él en vez de a ti. Eduardo es un comercial que lleva en la empresa 20 años, tiene 58 años, lo que supone el despido con esa edad es que se cepilla su jubilación totalmente. Lo que supone decir a la otra persona que le voy a echar a él porque no te puedo echar a ti: el cargo de conciencia que a esa persona se le queda. (…) Además, esta persona es suplente por Comisiones, está en la lista de Comisiones y es suplente por la parte de comercial. Sale Eduardo, luego echa también a dos personas, a un recepcionista de 52 años y a otro pintor de 53, o sea gente que… Nada, muy difícil, y él siempre tiene la frase de que él echa al que suma menos, y no es verdad, porque luego reúne al resto de los recepcionistas, por ejemplo, y les dice que él ha echado a este chico de 52 años porque es el que más dinero valía. Vamos el típico…, no sé como decirte. Todo el tiempo se pasa por la concesión con el móvil, espía a la gente, entra en sus despachos y mira en sus cajones, en armarios, mira sus papeles, el tío no tiene respeto por nada, insulta a la gente, todo el mundo es anormal, todo el mundo es gilipollas…’

Tras diez años soportando las condiciones que la empresa le dicta, Anabel es por fin recompensada… con el despido.

‘El tío siempre hace lo mismo; me llama a su despacho, me llama otro día y me dice que por qué en verano yo los viernes me voy a las 3 de la tarde. Y yo le digo que en realidad la empresa está incumpliendo el convenio, que yo tendría que trabajar de 7 a 3 y que eso es una concesión del chico este francés –antiguo jefe de ventas-, que me dijo, mira, es absurdo que estés aquí un viernes por la tarde que en Sevilla no hay nadie, un viernes por la tarde. En verano, es absurdo. Dijo, los viernes vas a venir de 7 a 3 y ya está, ya nos apañamos sin ti. (…) El tío me amenaza con quitarme lo poco que he conseguido luchando, que debería tener por contrato y por convenio’.

‘Una compañera pide la reducción de jornada verbalmente y se la niegan. Entonces tiene que formularlo por escrito. Ella se informa y le dicen desde el sindicato que es su derecho. Formula un escrito y entonces no tienen más remedio que dársela. Por supuesto me toca a mí cubrir su reducción de jornada. Los jueves y los viernes por la tarde que ella no trabaja yo tenía que ponerme en la centralita para cubrir su baja. Y por supuesto tener cubierto su baja por maternidad y la de la otra chavala que GRC. ¿Qué pasa? Quince días antes de despedirme llaman a la telefonista al despacho del gerente y le dice el tipo este que ya hace 9 meses que ha nacido su hija y que entonces ella ya no está protegida. Que a los 9 meses de tener a tu niña te pueden echar, que él no ha querido decirle nada, pero que como ya han pasado los 9 meses que vale muy poco echarla, que no hace nada. Es verdad que a ella le han quitado todo su trabajo, porque durante el tiempo que está de baja por maternidad se lo quitan todo para dármelo a mí, incluso ponen una centralita tipo de estas de que si quiere hablar con ventas pulse el 1, y por supuesto, el 1 suena primero en mi teléfono. Todas las llamadas me las derivan a mí. Entonces a ella la dejan prácticamente sin trabajo. Y le dice el tipo este que vale muy poco echarla, que no hace nada y que no la quiere ver ahí en medio.Como si fuera culpa suya encima de que le han quitado el trabajo, que ella está súper angustiada desde que vuelve de la baja por maternidad de que ha tenido la hija, siempre está con la cosa de que me van a echar, me van a echar, la chavala no duerme. Entonces, ella baja histérica, se pone a llorar y me lo cuenta. Qué pasa, que te van a echar ¿no?, y me lo cuenta. Me han dicho que no trabajo, que vale muy poco dinero echarme y que no me quiere ahí. Y digo, no te preocupes, vente conmigo, yo te voy a enseñar todo lo que yo sé hacer para que tú te puedas justificar. Tú te sientas aquí conmigo que yo te enseño todo lo que yo llevo. Y ya mi jefe empieza a tener un interés y me pregunta todos los días si yo le estoy enseñando bien ¿pero saber hacer tu trabajo? ¿Pero tú la estás enseñando bien? Entonces yo ya digo, me van a echar a mí seguro. Ahora mi trabajo lo hacen entre la otra chica que es GRC y esta chica. Las dos tienen reducción de jornada y las dos tienen prácticamente, por lo que yo ganaba pues…’

‘El tío me llama al despacho: tengo una mala noticia, te voy a despedir. Y esto, ¿qué es?, la gratitud a 10 años de entrega. Y digo, pues se os va la chacha, porque yo he hecho de todo menos limpiar los servicios. (…). Y le digo, no voy a firmar nada, quiero todos los papeles porque voy a buscar el mejor laboralista de Sevilla y os voy a meter un puro que os voy a empurar. Porque sois unos discriminadores de mujeres y ya está bien de la situación que viven aquí las mujeres, que han vivido y que siguen viviendo. Entonces bajo a cerrar el stock, porque estaba en red, y no lo podían usar ni modificar, y me dice el gerente, tú no puedes estar en el ordenador, digo, ¿cómo?, dice sí, que tú no puedes estar en el ordenador, y le digo, usted qué se cree, ¿que yo no tengo la documentación que he ido recabando y que necesito para demandarlos? Yo no necesito tocar el ordenador para nada, imbécil, y hace el tío, así, zum, y me tira del cable del monitor. Pero súper violentamente. Todo esto mi jefe de ventas, porque mi despacho y el de él están separados por una cristalera, callado, me vuelvo y le digo, ¿qué?, ¿no tienes nada que decir?, digo, eres el tío más cobarde con menos cojones que se ha sentado en esa silla’.

A pesar de todo, Anabel finalmente no denuncia.

‘Voy al laboralista y me dice que me olvide, que tome el dinero y corre.

ABP: Por las pruebas…

Anabel: No, no, no; siquiera entra en las pruebas. Me dice, mira, los trabajadores han vuelto a antes de los tiempos de Franco. Para que te hagas una idea: con Franco estábamos más protegidos. Los señalamientos de vistas los jueces están hasta los cojones de trabajar’.

Imprimir | PDF
Sectores:
Empresas: ,

Recibe notificaciones para seguir el debate:
Notificarme vía email si hay
guest
9 Comentarios
Más recientes
Más antiguos Más votados
Inline Feedbacks
Ver todos los comentarios